De marcado carácter mediterráneo, está influido en gran medida por la diversidad del relieve. Los vientos húmedos de origen atlántico son frenados por las altas montañas, lo que provoca que en la parte occidental de la sierra sea mucho más frecuente la lluvia que en la oriental. El Mediterráneo también envía nubes que suelen descargar de forma más brusca, aumentando el caudal en los ríos, aunque sin producir problemas en estas zonas altas de los cursos; más abajo, embalses como los de la Fuensanta, Talave o Cenajo, sirven para regular estas crecidas.